Sentarse en uno de los restaurantes mejor diseñados del mundo, ya no es una quimera ni un reto inalcanzable. Ahora es un placer asumible. Hace siete años la laureada editorial Taschen puso en marcha los prestigiosos galardones Restaurant & Bar Design Awards, los únicos premios concedidos al diseño de la hostelería en todo el mundo. Por fin, el interiorismo de restauración ha sido bautizado en el mundo de la moda y el reconocimiento. Y si no, que se lo pregunten al restaurante Mama Campo, un ideal de romanticismo llevado a la mesa en pleno barrio de Chamberí (Madrid). Como pintado por el mismísimo Gauguin, sobresale un cuidado mobiliario de hostelería al más puro estilo experimental, en un renacer o volver a los orígenes, donde la comodidad no está reñida con el arte. Y si no, que se lo pregunte a los expertos de Taschen, que dan la vuelta al mundo buscando lugares que marcan tendencia. Y mucha. El secreto de Mama Campo ha sido no perder su idiosincrasia ni en la mesa ni en la decoración. Es un todo. Y para ello combina sillas de madera en una clara llamada a la Naturaleza, de ondulación suave y tonos sensuales. Sin estridencias pero alternando la simplicidad con la diversidad, rompiendo el cuadro homogéneo de cualquier restaurante y salpicando de variedad la escena. Como en la vida, no hay nada igual. No hay dobles. Cada elemento de decoración es único y respira el mismo aroma. Sillas Brasil o Sillas Marina, en cualquier color, pero siempre de madera, podrán acercarte a este tipo de ambientes. Pero si queremos darle además un toque retro sin perder la originalidad del ambiente, recomendamos un punto de altura, una cima asumible, una visión diferente: un taburete que rompa la tiranía de los 45 cm, ¿por qué no arriesgarnos a una visión a 75 cm?. Si queremos marcar la diferencia, este es el camino. Eso sí, a sillas de altura, mesas altas acorde con la escena. De esta manera jugaremos con dos ambientes, donde nuestro ‘invitado’ pueda elegir la serenidad de las mesas tradicionales acorde con el menú, o la ironía altanera de comer a ‘más nivel’. Dos modas, dos propuestas, un estilo. Como Mama Campo, siempre enganchados a la última tendencia, pero eso si, sin perder el lado ‘primitivo’.