Caminando por las sombrías y románticas calles de Budapest, Hungría, encontramos un maravilloso establecimiento, que nos recuerda a su época más gloriosa. Una cafetería en el corazón de Europa, en un ambiente chic y desenfadado, con una ‘saturación’ provocada que define un estilo muy personal. Sus más de cien años de historia han dejado una huella considerable en lo que era un lugar de encuentro de artistas y personalidades de la que es considerada aún la Paris del Este. El interior de este café con un cielorraso que tiene frescos de Mannheimer y de Esienhut y del que cuelgan ricas arañas venecianas iluminando un ámbito dorado, refinado, que remite a la Belle Époque, es un canto al lujo y la elegancia. Ocupa 4 pisos del Hotel Boscolo y se encuentra en Pest, la parte de la ciudad situada en la zona más oriental y dedicada a los negocios y comercios de la ciudad. Una visita a esta cafetería puede ser más impactante que muchos museos y probar las delicias de su carta, las tartas húngaras, puede ser una experiencia gastronómica única. Y, cómo se consigue un ambiente así. Evidentemente teniendo un enclave magnífico, como el del hotel Boscolo y con un mobiliario acorde con las circusntancias. Una combinación de sillas y mesas acorde con el espíritu decimonónico, una apuesta elegante y con estilo propio de una cafetería en el corazón de Europa. Para ello, nada mejor que madera combinada con colores de la época, en un sigiloso demodé, acompañadas de mesas nobles para dar prestancia a la sala. Eso si, tendremos que tener muy en cuenta nuestro tipo de público, un cliente que busque comodidad, elegancia, rigor en las formas. Un ideal representado en un mobiliario de hostelería listo para la ocasión.