Seguro que alguna vez has estado en una terraza y te has sentido incómodo a causa de un parasol que parece tener vida propia y se empeña en caerse una y otra vez contra las mesas. O que lo pliegas para buscar la sombra y al momento se desequilibra, teniendo que hacer múltiples maniobras para poder estar medianamente confortables. Y seguro también, que la siguiente vez que escojas una terraza para tomar un refresco a la sombra, no será esa tu primera opción.
Por eso es importante no solo escoger unas buenas sombrillas, bonitas y adecuadas para la terraza, sino también unas bases que permitan que se sujeten al suelo de forma efectiva, sin accidentes ni desequilibrios que molesten a los clientes.
Nadie quiere estar en una terraza donde los parasoles tienen vida propia y se desplazan o golpean a los clientes. Por eso, si inviertes en unas sombrillas adecuadas, debes de hacer lo mismo en unas buenas bases y dejarte de remedios caseros, como el cubo de cemento, tan antiestético como poco eficaz.
Anclada al suelo, la mejor solución
Las sombrillas deben de ir ancladas al suelo mediante un buen sistema de ganchos unidos a la base, o, en su defecto, tener una base lo suficientemente pesada como para garantizar la estabilidad del parasol, pero sin afectar a su imagen.
La base S1011 es muy sencilla, pero muy efectiva si se sujeta convenientemente, pasando casi desapercibida y siendo adecuada para cualquier tipo de sombrilla. La base S1008, de hormigón, es una opción para cuando el anclaje no es posible. Se trata de una de las más pequeñas del catálogo, pero muy efectiva y bonita, que combina perfectamente con los modelos de telas en crudo.
La base S1006 resulta muy práctica, ya que no pesa nada y se puede guardar en cualquier lado, moviéndola con facilidad cuando no se usa, pero si se rellena con agua o con arena, se convierte en una firme base que no permitirá que la sombrilla se desplace.