Para los estilistas más tradicionales nada mejor que recurrir a un espacio hecho a la imagen y semejanza de los salones más entrañables, en una búsqueda del mito casero que se representa en el alma matter de nuestra casa, donde siempre encontramos un aliado: el sofá, esa metáfora del lugar perfecto. Se trata, como no, de restaurantes en los que sentirse como en casa, lugares donde los sillones han hecho casi todo el trabajo.
Esta opción sin duda es menos arriesgada que las vanguardistas e innovadoras, ¿quien no se siente cómodo en una mesa camilla o en un sofá mullido solo vestido con una batería de cojines? . Si lo que buscas es confort, esta es una opción ganadora que ha de ir de la mano del aroma vintage, e incluso, hipster, como muy bien lo ha conseguido el restaurante Isabella, todo un éxito en la ciudad de Barcelona, donde el estilo familiar es el lenguaje de la decoración.
Sillones demodé, multicromatismo para dar un toque de improvisación, lámparas candelabros que nos retrotraen a siglos pasados no por lo que representan sino por la tenue luz que respiran, cuadros de vida, grandes espejos que dan profundidad a la escena y que aportan ese aire de caserón que, por algún motivo, todos tenemos en la retina.
Y como no, faldones. Esa pieza fundamental de corte isabelino que arropan unas sillas que hacen la competencia a los sillones de la estancia y que casan a la perfección con las lámparas de rincón que aportan una gran oferta de tonos tostados.
Pero no nos engañemos, el sofá también nos puede aportar esa comodidad menos familiar que siempre hay en restaurantes de grandes encuentros sociales, como el famoso Polo House de Marbella, epicentro de momentos extraordinarios coronados por un mobiliario adecuado. Líneas clásicas, en un estilo burgués pero sin pasarse, colores de nuevo tostados como en Isabella, y materiales jalonados con cuero, terciopelo y madera. Glamour inglés para sentirse como en casa.